lunes, 31 de agosto de 2009

::SOBRE AZARA, EL OJO Y LA SOMBRA: CASUALIDADES POR DESCUBRIR EN EL RETRATO EN OCCIDENTE::


Bien podría ser cierto que como artista plástico realizo en el retrato una suplantación del concepto del modelo (del modelo en sí mismo, que actuaría como carcasa o continente de aquel contenido etéreo que se desea exportar), de modo que su representación interna es comparada con una serie de iconos que velan de nuevo su verdadera identidad (velando a la vez por la integridad de su esencia) y centran la atención en el hecho de que el espectador realice el mismo trayecto que el artista ha recorrido con anterioridad, con el final y supuesto objetivo de conocer (ahondando en lo más profundo del completo significado de esta palabra) al mencionado modelo.


Esto no quiere decir más que, tal como ocurre en las artes teatrales y Pedro Azara afirma como una segunda manera de representar en el retrato, existe claramente la suplantación del modelo, intercambio que antes hemos mencionado, de manera que muchas de las veces los retratados interpretan aquel papel que el artista ha tenido a bien en considerar análogo de cara a una mejor comprensión del interior del retratado.

Mas en este caso es posible que pudiésemos confirmar también el camino contrario, haciendo uso obviamente de un tipo de pensamiento acaso algo más libre y desinhibido que el de Azara, y acabásemos en afirmar que es aquel héroe, dios o semi-dios el que está interpretando el papel de un mortal en concreto; ejemplos de trabajos personales pasados, como el Alcides Idéense demuestran esta doble lectura de un tipo de representación retratística muy cercana en fundamentos al retrato que desearía todo hombre del renacimiento italiano, afirmando a mayores que los hombres no se equiparan a los héroes, sino que al ser el hombre-héroe, puede hacer uso de sus iguales para explicar tal o cual cosa.

Es entonces perfectamente visible la idea de que considero la igualdad entre el concepto o idea de Dios y la idea de Hombre; trabajar por afinidades nos arrastra a la creación de templos dedicados al culto del hombre-dios, re-conociendo que si en alguna obra Marte tiene a bien suplir la personalidad de uno de mis representados, el modelo deberá comprobarse venerado de igual modo en que era idolatrado el antiguo dios, por un tiempo limitado al menos (aquel tiempo dedicado a la reflexión ante la obra).


Mas (y continuando con el ejemplo del uso de la figura del dios de la guerra) Marte puede ser considerado como denominador común a un sin fin de personalidades que me hubiese propuesto representar, diversos modelos con puntos en común, admito, actúan como actores representando el mismo papel.

Azara afirma que no importa quien actúe; afirma que “tan Hamlet, tan vivo, verdadero y creíble es el personaje de Orson Welles como el de Lawrence Oliver”, pero se olvida de que aquellas lecturas que naufragan en las mentes de los espectadores son completamente diferentes y que las figuras míticas que representan se distorsionan e irrumpen con detalles de las personalidades, en este caso, de los propios actores; así pues ningún Marte, a pesar de ser el mismo, nos dirá frases distintas dependiendo de a quien se le asigne y de a quien acompañe, sino que dirá lo mismo bajo un prisma distinto provocándonos un diferente recuerdo. Por esto, sí existen múltiples y distintos Hamlet, y sí es cierto en función del actor y de las actuaciones (obviando aquellas mediocres o terriblemente pobres, pues estamos mirando siempre hacia lo alto). Los “nuevos y válidos matices” con los que la figura aparece representada, o los descubrimientos y revelaciones que cada actor presenta sobre el personaje que interpreta, son en realidad lo que diferencia las vidas inexistentes que sólo resucitan cuando una efigie corpórea (actor) cede su exterior (-interior) al mito; en eso se equivoca Azara, pues es lo mismo lo que dice, a pesar de presentárnoslo como diferente:

“existen múltiples y distintos Hamlet” = “el mismo personaje se presenta cada vez con nuevos matices”.

Esta cuestión, sin embargo, nos plantea una nueva puerta abierta hacia un interesante proyecto retratístico que obtendría (se alimentaría) de lo literario (Frankenstein, El Golem, el mito de Pigmalión...) el poder de crear y definir un personaje para posteriormente estudiarlo y representarlo mediante el acto artístico de la pintura; imaginemos un hombre, una profesión, acaso una vida y sus penalidades; sus glorias y sus fracasos; sus logros y sus pérdidas; anécdotas, vivencias y planteamientos, pensamientos... Observémoslo y estudiémoslo después, para representarlo y describir / definir nuestra visión de su personalidad en una obra de arte; desenmascaremos al modelo (como Azara afirma) y expongámoslo a la luz pública (lo cual, por cierto, puede ser acto considerado como una de las mayores traiciones; desvelar la intimidad de la persona elegida siempre es traición).

Este acto descrito podría ser análogo al hecho de tener el poder de inventar un terreno y un enemigo para después estudiar la mejor forma de vencerlo en “justo” combate; la idea del juego preferido de los dioses.

Azara impone en su libro, literalmente, que “estas representaciones (refiriéndose a Hamlet y compañía) sólo tienen cabida en un escenario o un ámbito especial: un teatro, un auditorio, un estadio, un palacio o un templo. En efecto, este concepto de representación tiene un origen religioso muy antiguo”. Como antes he dicho, nada más que templos he construido con mi obra de cara a la devoción de quien lo habita.

Este combate que mantengo, esta lucha o justa se desarrolla además de en el cuadrilátero del intelecto, frente al lienzo de la inmensidad; no debemos olvidarlo. ¿Cómo es posible representar el interior de una persona, su misma personalidad, de la forma más completa posible?


Además de la representación de las formas visibles, las invisibles en efecto se muestran a través de los informe (manchas) y de lo inmaterial (conceptos; iconos en mi particular caso). Desde la pincelada utilizada, pasando por las pinturas o los materiales designados a cada retrato; las referencias históricas (que nos ayudarán sin duda a comprender el presente); los escritos; las propias letras y los iconos, hasta la composición elegida como final imagen aluden, en principio por separado (y al ser comprendidas las inter-relaciones, como conjunto) a la propia esencia <=alma> del elegido. “Según Miguel Ángel, el rostro del hombre común era pobre espejo del alma”, mas no existe en realidad “hombre común”.

Toda obra que se realice, por su carácter perdurable substituye por veces al propio modelo, provocando precedentes de comportamiento que suplantarán (o se afirmarán como viables) y serán objeto del recuerdo. De esta forma, tratando ahora sentencias ya antiguas, con este tipo de representaciones casi se lograba la inmortalidad. Creeremos conocerlos una vez descubramos el misterio de las obras (Espectador = Detective como obligación, no captando sólo la representación de la carcasa del modelo).


Se dice en el libro que el artista debe lograr que la materia con la que trabaja haga visible lo impalpable y oculto, el alma, y mediante la reinterpretación de todo lo que existe, es posible. El alma se convierte en clara y visible para el buen investigador. Pero ¿Será verdad o ilusión? ¿Certeza o espejismo? Ninguna de las dos cosas, pues toda obra es una “verdad de Sócrates”; “Rafael o Tiziano no engañaban ni se engañaban cuando representaban a Venus encarnada en los rasgos más hermosos de sus amantes”, ni se engañarían en modo alguno si hiciesen lo contrario.


Así, el artista parte con clara ventaja y difícil será para él encontrar a su antagonista, pues los conocimientos con los que trabaja son mutables de continuo, y muchos de ellos marcarán por seguro puntos de inflexión que provocarán rupturas en sus proyectos; no existiendo, o no habiendo sido revelado el (presunto) sistema para descubrir el misterio de las obras, debe buscarse dicho método hurgando de profundis en el alma del propio autor y obteniendo la clave (sencilla y evidente para aquel que la conozca, como siempre ocurre) que nos permita realmente saber qué está sucediendo.

Mas, de nuevo, si esto fuese cierto, es posible que muestre engañosamente aquello que se encuentra detrás de la apariencia, y que la partida de ajedrez a desarrollar con el espectador la posea el artista eternamente vencida.

Estos cuadros, podríamos decir, y sus figuras, se caracterizan no tanto por sus rasgos físicos reproducidos (si fuese necesario) lo más fielmente posible, sino más por sus atributos simbólicos y por sus nombres. Así, como Azara nos dice, se acaban mostrando, mas que individuos, tipos (el rey, el guerrero...), con lo que la diferencia en este sentido con la pintura medieval queda remarcada; cuando entonces lo uno era substituido por lo otro, en las composiciones que realizo, lo uno (sin llegar a ser substituido) es algo más relevante; y otra salvedad afirma que los mencionados tipos surgen ahora una vez contemplado el cuadro, cuando nunca se ha intentado representar dicho tipo (no se parte desde un inicio de la tipología en toda obra, sino que se llega a una versión más centrada de la misma). En modo alguno serán, de todas formas, tipos muy generales, pues aludirán a ellos con detalles más particularizados, así como, pongamos por caso, el nombre de Alejandro Magno nos remite al conquistador, Platón al filósofo y Perseo al héroe (refiriéndome e la mayoría del conocimiento actual en base a todos ellos).


Espero se comprenda, pues, que el final apodo, de existir, sería (siguiendo con los ejemplos), “Platón”, no “El filósofo”, o “Alejandro Magno”, nunca “El conquistador” (eso anhelo al menos…)

Sin embargo, el estudio del ser humano debe ser abordado desde innumerables frentes, y no existe táctica magistral que nos aporte una victoria segura; todo lo contrario; y ante un proyecto auto-impuesto como el que desarrollo con mi pintura, no se debe recaer en la fatalidad de trabajar en base a ocurrencias.


Éste es el gran peligro de lo propuesto; lo que debo evitar:

"Estallan los rumores que, por definición, son inverificables. Se deforma poco a poco la realidad. La verdad se aleja y se ensombrece y, al final, ya no queda sino una masa informe y desproporcionada. Hemos entrado en el reino de los despropósitos y de las ocurrencias, como si hubiéramos cruzado el umbral del espejo siguiendo a Alicia, ya que cuando no existen reglas uno puede proclamar y defender lo primero que se le ocurra, sin que tenga consecuencias. Domina, pues, lo inconsecuente. Estalla la risa, a menudo histérica, porque se ha llegado a una situación absurda de la que no hay escapatoria posible, pues absurdo es, por definición, algo imposible. Mas lo imposible es lo que no puede ser, lo que no es ni existe, el vacío o la nada. Lo que se tenía en manos y se quería medir sin que se tuviera una regla o una norma ha acabado por disolverse, dejándonos sin nada en las manos"

¿Debe ser íntegro un retrato (no encontrarse quebrado en mil fragmentos dispersos) para que actúe como un espejo (según los postulados cuasi catárquicos que Azara plantea en su libro)? ¿Debe ser íntegro desde un comienzo o al final, una vez estudiado? ¿Debe hallarse entero presentando una superficie unitaria? ¿En su aspecto exterior o en su contenido? ¿En un primer momento o en la sección de ruegos y preguntas? Por supuesto son inútiles las medidas a ojo de buen cubero, pero un sistema es inviable. ¿Cuál es, pues, la solución?


Ansío no equivocarme al decir que Panofsky acertaba casi por completo afirmando que “un gran retrato debe, en primer lugar, mostrar una figura dotada de un físico suficientemente singular a fin de que sea fácilmente reconocible”, advirtiendo que, en lugar de únicamente el físico, la representación en aspectos generales debe ser lo suficientemente singular; no sólo el cuerpo sino el conjunto de la obra debe adquirir tal estatus, tanto en el primer contacto con la obra como una vez analizada y rescatadas sus propuestas; esto es: al principio y al final.


El retrato que practico, contemporáneo por temporalidad, acoge gran parte de la retratística de este siglo, como bien las presenta Azara en sus fundamentos:


"La figuras son de gente anónima, de la calle, como ocurría en el arte flamenco o en el barroco. Los rostros se muestran de frente, y destacan sobre fondos lisos o neutros, como si el retratado estuviera siendo interrogado. La luz es uniforme y nada esconde. Las imágenes, en ocasiones, son gigantescas, y destacan las peculiaridades, escasamente remarcables, por otra parte, de la cara: acrecientan cada una de ellas, sin darles mayor o menor importancia, sin destacar ninguna."

Mas no comulga mi expresión con la banalidad y el infantilismo del retrato moderno; la persona que vive en mis obras no pierde el alma sino que la muestra con orgullo (a pesar (y tal vez dejando para más tarde la reprimenda) de la traición de su exposición); y las afirmaciones y cláusulas que planteo duran mucho más que el tiempo que se tarda en enunciarlas.


Así, ante la pregunta que Azara plantea sobre la posibilidad de afirmar algo profundo y razonado ante la completa ausencia o el silencio de Dios, yo afirmo de este modo que sí es posible al llegar a saber que el propio hombre es Dios.

sábado, 29 de agosto de 2009

::EXPLICACIÓN DE PROYECTO RETRATÍSTICO - DE DÓNDE Y POR QUÉ::

“Aspiro a desear apreciar” determinados aspectos sorprendentes a lo largo del desarrollo del proyecto retratístico que he terminado planteando, desde el punto de vista en que estimo que posee este mismo un origen demasiado mecanicista (hoy en día ya eliminado por haber poseído como máximo peligro un "formalismo absoluto"), afirmándose este problema de manera asfixiante aunque por ventura finalizara por corregirse. Sorprendente que hubiese dado en producir el proyecto que sigo desarrollando.

Sin embargo, a pesar de la aparentemente clara distinción entre los proyectos, (el inicial que ya cayó en el olvido y el actual que propongo) existían determinados aspectos (algunos de los cuales creo continúan vigentes), como el tratamiento del todo con respecto a las partes (no como un todo que se completaría con las diversas partes que conforman la obra, sino más bien como la descomposición de un todo inicial –la persona, el ser humano elegido- en diversas partes o espacios interiores) y por supuesto también el factor de cómo tratar al espectador, impidiéndole o no (dependiendo del caso) el acceso, la entrada, la solución a lo planteado en la obra, de forma directa.

Así pues, del primigenio proyecto (gélido punto de arranque) “sigo terminando” en otro designio, por veces análogo pero apoyado por calor humano; precisamente este apoyo es también intención, deseando provocar la aproximación del espectador mediante diversas figuras, sobre todo a sí mismo.

El problema más importante que se me presentaba radicaba entonces en cómo tentar la conciencia consciente del visionario para que recalase en lo general del ser humano, y la solución creí apreciarla en centrar y provocar el acercamiento a la diversidad que puede aportar el rostro del hombre como especie humana; deseaba (y deseo) que el espectador tomase conciencia de sí mismo mediante el reflejo en otros hombres, todos distintos, añadiendo a esto, sin duda, que la misma diversidad de géneros que presento (grave cuando profunda amalgama de tipos), provocase un diálogo entre las mismas obras, lo que a su vez obligaría al espectador a dialogar con ellas y consigo mismo.

Retratos de sociedad... ¿Dónde y cómo empezó la batida? ¿A qué final deseo llegar, a cual he llegado por el momento y qué he querido mostrar con todo esto?

Uno de los primeros planteamientos adoptados a favor de la elección de la tipología a presentar consistió con el comienzo consciente por el propio y personal entorno (que no únicamente familiar), expandiéndose de modo circular y en todas las direcciones. ¿Se mueve de esta manera el conocimiento? Podemos intentar guiarlo moviéndonos en una dirección en concreto, pero el azar se encargará de golpear nuestro entendimiento, y las reacciones que provocará en nosotros posiblemente nos comprometerán a cambiar de rumbo, aunque sólo sea temporalmente. Al mismo tiempo, los retratos presentados o expuestos mantienen la clave de la apertura interior de cada persona; aún así debemos admitir que nunca se conocerá Lo Absoluto sobre alguien (sobre todo admitiendo que somos > y que sólo nosotros podemos conocer –a pesar de lo cual no siempre- nuestros pensamientos).

El asunto final (lo que se presenta en cualquiera de estos trabajos) sería definir un amplio abanico de posibilidades también en cuanto a estratos de sociedad referenciados hacia el campo estético del juego de personalidades (referencias claras de este proyecto son el humanismo, la personalidad y los estudios sobre la sociedad en sus diversas épocas). Se me exigía entonces en este campo, un profundo y reflexivo estudio sobre la personalidad (no únicamente sobre las reacciones de dicha personalidad, sino más bien acerca de sus –podríamos así llamarlos- componentes). De forma individual, a favor del tipo de persona ante la cual me instalo con el objeto de definir, debe establecerse lo siguiente en los tratos que mantengamos: el punto estético de la obra, la calidad incluso de la imagen así como el tratamiento proporcionado o la adaptación visual que soportará el espectador; el tamaño concreto o aproximado; el texto de apoyo, la tipografía del mismo, y en general los materiales utilizados (soportes de papel, tela, madera...etc).

Todo debe ser (y acaba siendo) producto de la búsqueda y la reflexión en base a una determinada personalidad (la cual, a mayores, y por su sempiterno carácter en mayor o menor grado cambiante, obliga a continuas y nuevas pruebas de desarrollo del método, pues intentamos huir de cualquier posibilidad de un registro mecánico de los rasgos).

En el fondo, debe apreciarse el esfuerzo por reconstruir el conjunto (si es necesario –y lo es- , hacer revivir el pasado “a partir de una interpretación (lo más rica posible) sobre (cierto siempre en este lance) un material bastante escaso” ); un modo de comprobar la difusión entre las clases cada vez más amplias de la sociedad, y de romper por fin con aquel cuestionable asunto del retrato como género artístico, rescatando a la vez la idea de Luis Felipe, quien identificó con una galería de retratos la celebración –hacia 1850- de <todas las glorias de Francia> (ahora cada retrato como elaboración de un producto de la sensibilidad personal de cierto individuo “en un intento de humanizar y des-idealizar lo anterior e históricamente divinizado”).

Así pues, la intención de este proyecto casi exige que cada obra (dibujo, pintura, grabado...¿cómo separarlos?) se convierta en un medio para lograr algo; en la excusa idónea para conseguir que nos demos cuenta de que la conciencia del ser humano debería situarse por encima de cualquier sentimiento tribal que desde hace tiempo sentimos como olvidado, superado, cuando en realidad nunca hemos dejado de practicarlo.

Se busca el simposio (rescatando su original significado) y la expectación; la paciencia y el <saber ver> en el espectador; el confrontar “templos a personas” con las personas mismas.

Veamos; del proyecto inicial, frío y descolorido, más latente el espíritu mecanicista que en su evolución actual (revisión más humanizada), a la conclusión pictórica final (que no definitiva en modo alguno), existen una serie de saltos. Dichos saltos exigen un evidente esfuerzo (mayor o menor) por parte del espectador (como siempre sucede), el cual debe estar acostumbrado (o verse capacitado) a sortear por encima de las apariencias y evidencias, posibles signos en segundos planos. El proyecto sigue evolucionando entonces, adaptándose a las revisiones de la línea teórica a seguir, a medida que dichas revisiones instan a la introducción de nuevos elementos en los trabajos; de los primeros trabajos con básicamente dos elementos destacables (rostro y texto) a los últimos en mayor medida desarrollados; nueva simbología presentada para materializar y potenciar la idea escogida. De este modo podemos destacar varias obras como referentes en el desarrollo de este año (veamos ahora la larga serie de trabajos de 65x40 sobre madera, o los retratos realizados sobre papel 100x70 a los que se suman diversos soportes y diversos materiales ), pudiendo ser comprendidas todas y cada una de ellas como templos dedicados al ser humano, a su devoción como generalidad, deseando fervorosamente mi conciencia que al igual que las clásicas construcciones, se conviertan ellas en la reunión de todo lo bueno, noble y hermoso, alrededor de las cuales se reunirían un nutrido grupo de ciudadanos que habrían de disfrutar del placer de una vida ennoblecida por el arte y la cultura. La serie de pinturas (o tal vez dibujos) que se dan por finalizadas sólo quieren hablar, y explicar ellas mismas al espectador lo que transportan en su interior y que desean fervorosamente contar, al mismo tiempo que evitan hacerlo de manera evidente; tanto el texto como la simbología introducida (y el modo en que se introducen dichos elementos en cada una de las obras) deben ser descifradas; pero merece la pena, pues transmiten verdades, que incluso hirientes, caen como losas en nuestro entender.

::AUTOMOBILE A LA ROUTE NOIRE::



TÍTULO: "Automobile a la route noire".

AÑO DE REALIZACIÓN: 2001.

TÉCNICA: Mixta.

SOPORTE: Madera.

MEDIDAS: 125 x 94 cms.

PRECIO: 1000 Eu.


Uno de los trabajos que más me permitieron disfrutar de una pintura en apariencia visceral y agresiva (cuando en el fondo todo lo contrario: pensada, coordinada, fría y metódica) fue el bíptico dedicado al artista Jean Michel Basquiat, compuesto por las obras AUTOMOBILE A LA ROUTE NOIRE y OUT GETTING RIBS.

El ejercicio artístico propuesto desde el profesorado de la facultad de Bellas Artes del tercer curso consistía en considerarse parte inherente de la personalidad del artista elegido para el trabajo; bien estuviese este vivo o muerto, tendríamos que estudiar lo más a fondo posible su vida y obra, cuasi convertirnos en él mismo y realizar la que habría de ser su siguiente gran obra. Todo esto supuso irremediablemente meses de profundo estudio e intensa investigación: desde qué materiales utilizaba en sus pinturas hasta cual era su plato preferido, pasando por involucrarse en la personalidad y actos de sus amistades, el devenir propio de su vida, las influencias más características a lo largo de su obra y los intereses ocultos que podría revelar todo aquello que creaba.

El resultado: dos obras que de ningún otro modo pueden ser expuestas más que acompañadas la una de la otra y que nos conceden amable cuando arduamente las claves necesarias para integrarse en la idea de cómo toda una vida dedicada a la pintura deviene en dos imágenes profundamente autobiográficas.

::RETRATO DE SOCIEDAD #54::



TÍTULO: "Retrato de sociedad #54".

AÑO DE REALIZACIÓN: 2004.

TÉCNICA: Mixta.

SOPORTE: Lienzo.

MEDIDAS: 99 x 99 cms.

PRECIO: 650 Eu.




De nuevo el mismo modelo utilizado en retratos anteriores nos abre las puertas de su alma para re-conocer un concreto instante más de su desarrollo como persona. En esta ocasión, sin embargo, los elementos con los que juego son más básicos cuando considerablemente potentes, precisamente por su enorme (y aparente) sencillez.

Todo esto, sin embargo, no hace más que profundizar en la problemática de la lectura de mis obras. Así, tal y como deben ser interpretadas en viéndolas hijas de su propio tiempo, bien en la consideración hacia las formas como en las interpretaciones de los colores utilizados; además, como no, la dirección de lectura heredada de occidente (cuando algún modelo requiera tal vez otro tipo de dirección, no fue este el caso), la diferencia clara entre dibujo y pintura (no tan clara cuando se aprehenden las distancias enormes entre ambos métodos) y la simbología utilizada, la cual, incluso cuando es rescatada de tiempos pretéritos, debe leerse desde el espacio-tiempo de la actualidad.



domingo, 23 de agosto de 2009

::RETRATO DE SOCIEDAD #89::




TÍTULO: "Retrato de sociedad #89" o "The fellow voyager".
AÑO DE REALIZACIÓN: 2003.
TÉCNICA: Mixta.
SOPORTE: Lienzo.
MEDIDAS: 110 x 80 cms.
PRECIO: 750 Eu.


La "presencia ausente" del modelo retratado se hace patente una vez que nos comprobamos tanto observados como observadores ante este trabajo, al mismo tiempo que apreciamos que en esta ocasión, los elementos de trabajo que nos son dados de cara a la puesta en práctica de nuestras capacidades como detectives para hallar la verdad oculta, son terriblemente escasos cuando tremendamente reveladores: la deformidad del rostro, la vacuidad del gesto, la palabra escrita oculta por la propia presencia del retratado, los colores vivos y sucios, la mirada vacía a la vez que inquietantemente oscura... todo ello unido por las últimas palabras perfectamente legibles; palabras que nos aclaran gritando "agradable compañero de viaje" como primigenia ostentación y anhelo.

El modelo utilizado para la puesta en práctica de los principios del proyecto retratístico que todavía hoy está en vías de desarrollo es uno de los que más juego aporta precisamente al juego del investigador; tanto por su proximidad emocional como por su intensidad de alma, destaca el retratado de entre todos los demás en mis estudios. De este modo, no me he conformado con captar un sólo instante y versión de su alma, sino que al contrario, será visionado en sucesivas ocasiones a lo largo del proyecto, aportando, considero, gran peso estructural y cohesión a los aspectos teóricos del mismo revelados como excelentes representaciones conceptuales cuando imponentemente expresivas.

viernes, 21 de agosto de 2009

::RETRATO DE SOCIEDAD #40::



TÍTULO: "Retrato de sociedad #40".
AÑO DE REALIZACIÓN: 2001.
TÉCNICA: Mixta.
SOPORTE: Papel.
MEDIDAS: 67 x 52 cms.
PRECIO: 500 Eu.

Vendido


Este trabajo (parte de una tríada en coordinación con los retratos de sociedad 33 y 20) dispone sobre su superficie de diversos elementos enfocados todos ellos a una lectura de imagen, como todos los retratos del proyecto, complicada e ilusoria en sumo grado.

En esta ocasión la imagen, al igual que sus hermanas expositivas, hacen de la expresión y gestualidad las armas a enarbolar, siempre acompañadas de la palabra escrita como elemento cohexionador y en gran medida revelador de la profundidad de los instantes de alma retratados. Puede ser, como en este caso, que el texto intente ocultar (siempre en mi universo sin conseguirlo totalmente) a la imagen, deseando fervorosamente contar retazos de instantes que ayuden al espectador. Más la escasa ayuda que aportan habrá de ser insuficiente sin la lectura, comprensión y absorción de ciertas claves que sólo se encuentran en diversos documentos escritos. Estas piezas clave (los libros) son inseparables compañeros de las creaciones plásticas cuando las muestro en exposiciones, por lo que parte de toda exposición comprende un apartado a modo de biblioteca con las referencias que el autor ha elegido a la hora de crear las imágenes. Así, el espectador podrá pasear alrededor de las obras, sentarse a observarlas detenidamente, escoger de entre un sinfín de documentos escritos y buscar las pistas necesarias de cara a una correcta asimilación del mensaje que se quiere enseñar. El por qué de tales trabas será explicado en sucesivas notas, pero como primera aportación al respecto, he de apuntar que únicamente los retos y el esfuerzo realizado antes de alcanzar el éxito es aquello que nos hace apreciarnos como conquistadores.

Pues sin esfuerzo, habitualmente, las victorias asemejan pírricos confrontamientos, por lo que deseo ofrecer la sensación de aquel héroe que habiendo llegado al extremo desconocido de los dominios de su rey, ha regresado victorioso.

jueves, 20 de agosto de 2009

::RETRATO DE SOCIEDAD #83::



TÍTULO: "Retrato de sociedad #83".

AÑO DE REALIZACIÓN: 2001.
TÉCNICA: Mixta.
SOPORTE: Papel.
MEDIDAS: 100 x 70 cms.
PRECIO: 900 Eu.



En esta ocasión se presenta un retrato algo más intimista cuando complicado que la mayoría de los trabajos pertenecientes a este proyecto retratístico; intimista por la relación que se crea entre espectador y modelo, entre el lector de la imagen y la imagen misma; intimista por la cohesión confeccionada entre las miradas que ambos se soportan.

Salvando el factor de la ausencia de icongrafía alguna que nos ayude a desvelar los secretos del instante de alma del modelo, nuestra mirada recurre a algo más familiar que la iconografía, o al cabo más priordial para nuestra cultura: la palabra escrita (aunque iconografía, al cabo). El texto es mostrado como veladura posterior, oculto en ciertas partes (aquellas que la propia efigie esconde tras de si) y mostrado en otras (allí donde la representación dibujística termina, también entendida tal zona como aquella que escapa del control de la personalidad del retratado). Si a ello unimos la posible simbología (e información, por tanto) que aporta el color administrado al dibujo, el porte cuasi militar del rostro del niño, y sobre todo la mirada intensa y llena sin lugar a dudas de insondables misterios, aquello que nos queda es, ante todo, la duda.

Desde el punto de vista de la mirada del detective que debe desentrañar el contenido oculto de la obra esto es lo sencillo, leer más que interpretar imágenes, a la vez que complicado, pues el texto desarrollado esconde a su vez miles de interpretaciones; tantas como espectadores de la obra. Así, cada investigador hallará una posible solución al enigma de la personalidad del alma del modelo, viendo en ella indudablemente partes de la suya propia.

Cada uno de los cuadros pertenecientes al proyecto discurren ante tal senda: la dificultad de la lectura enfrentada a la obsesión por el conocimiento, tal vez buscando soluciones para propios en los espejos de ajenos.

::RETRATO DE SOCIEDAD #36::



TÍTULO: "Retrato de sociedad #36" o "El Alcides ideense".
AÑO DE REALIZACIÓN: 2002.
TÉCNICA: Mixta.
SOPORTE: Madera.
MEDIDAS: 122 x 80 cms.
PRECIO: 850 Eu.

Este retrato supone un acercamiento a las profundidades del alma del retratado; una intensa representación de un único instante en el continuo devenir vital de todo ser humano. De este modo, tanto este como todos los demás trabajos admitidos bajo el proyecto retratístico que desarrollo, intentan de manera cuasi obsesiva retener, atrapar y coleccionar al menos un sólo segundo de las vidas de aquellos seres elegidos de cara a su representación en este pequeño panteón de almas.

El retrato 36 que estáis observando, se corresponde con la descripción de un personaje mitológico (el Alcides ideense) cuya historia, personalidad y actos pueden ser comparados de algún modo con la impresión del ser humano real escogido como modelo. Este concepto mítico de realidad se ve acompañado de diversos iconos situados en los lugares adecuados, como dispuestos para la lectura final del cuadro completo. Así, la figura del caballo de ajedrez situada arriba a la izquierda (herencia del ritmo de lectura de la cultura occidental) como primer icono que nos dará pistas sobre la verdadera personalidad del retratado, se encuentra acompañado por el busto de un león. Ambos conceptos por separado aportan cierta información que se sobrepone a la hora de advertirlos ocupando espacios contiguos. Más adelante se nos aparecen la efigie de Apolo, la Alegoría del genio, el mismo Júpiter, Calíope (musa de la poesía épica y la elocuencia), tres iconos sustraidos de la cultura egipcia (marcados a su vez por ciertos números) y por último el concepto como figura del histrión.

Todo ello, leído de la manera correcta y haciendo de la mirada predatoria el arma blandida por el espectador, desvelará el mensaje oculto que deberá ser desentrañado, concediéndonos, de este modo, una revelación individual de la forma del alma del retratado.