sábado, 29 de agosto de 2009

::EXPLICACIÓN DE PROYECTO RETRATÍSTICO - DE DÓNDE Y POR QUÉ::

“Aspiro a desear apreciar” determinados aspectos sorprendentes a lo largo del desarrollo del proyecto retratístico que he terminado planteando, desde el punto de vista en que estimo que posee este mismo un origen demasiado mecanicista (hoy en día ya eliminado por haber poseído como máximo peligro un "formalismo absoluto"), afirmándose este problema de manera asfixiante aunque por ventura finalizara por corregirse. Sorprendente que hubiese dado en producir el proyecto que sigo desarrollando.

Sin embargo, a pesar de la aparentemente clara distinción entre los proyectos, (el inicial que ya cayó en el olvido y el actual que propongo) existían determinados aspectos (algunos de los cuales creo continúan vigentes), como el tratamiento del todo con respecto a las partes (no como un todo que se completaría con las diversas partes que conforman la obra, sino más bien como la descomposición de un todo inicial –la persona, el ser humano elegido- en diversas partes o espacios interiores) y por supuesto también el factor de cómo tratar al espectador, impidiéndole o no (dependiendo del caso) el acceso, la entrada, la solución a lo planteado en la obra, de forma directa.

Así pues, del primigenio proyecto (gélido punto de arranque) “sigo terminando” en otro designio, por veces análogo pero apoyado por calor humano; precisamente este apoyo es también intención, deseando provocar la aproximación del espectador mediante diversas figuras, sobre todo a sí mismo.

El problema más importante que se me presentaba radicaba entonces en cómo tentar la conciencia consciente del visionario para que recalase en lo general del ser humano, y la solución creí apreciarla en centrar y provocar el acercamiento a la diversidad que puede aportar el rostro del hombre como especie humana; deseaba (y deseo) que el espectador tomase conciencia de sí mismo mediante el reflejo en otros hombres, todos distintos, añadiendo a esto, sin duda, que la misma diversidad de géneros que presento (grave cuando profunda amalgama de tipos), provocase un diálogo entre las mismas obras, lo que a su vez obligaría al espectador a dialogar con ellas y consigo mismo.

Retratos de sociedad... ¿Dónde y cómo empezó la batida? ¿A qué final deseo llegar, a cual he llegado por el momento y qué he querido mostrar con todo esto?

Uno de los primeros planteamientos adoptados a favor de la elección de la tipología a presentar consistió con el comienzo consciente por el propio y personal entorno (que no únicamente familiar), expandiéndose de modo circular y en todas las direcciones. ¿Se mueve de esta manera el conocimiento? Podemos intentar guiarlo moviéndonos en una dirección en concreto, pero el azar se encargará de golpear nuestro entendimiento, y las reacciones que provocará en nosotros posiblemente nos comprometerán a cambiar de rumbo, aunque sólo sea temporalmente. Al mismo tiempo, los retratos presentados o expuestos mantienen la clave de la apertura interior de cada persona; aún así debemos admitir que nunca se conocerá Lo Absoluto sobre alguien (sobre todo admitiendo que somos > y que sólo nosotros podemos conocer –a pesar de lo cual no siempre- nuestros pensamientos).

El asunto final (lo que se presenta en cualquiera de estos trabajos) sería definir un amplio abanico de posibilidades también en cuanto a estratos de sociedad referenciados hacia el campo estético del juego de personalidades (referencias claras de este proyecto son el humanismo, la personalidad y los estudios sobre la sociedad en sus diversas épocas). Se me exigía entonces en este campo, un profundo y reflexivo estudio sobre la personalidad (no únicamente sobre las reacciones de dicha personalidad, sino más bien acerca de sus –podríamos así llamarlos- componentes). De forma individual, a favor del tipo de persona ante la cual me instalo con el objeto de definir, debe establecerse lo siguiente en los tratos que mantengamos: el punto estético de la obra, la calidad incluso de la imagen así como el tratamiento proporcionado o la adaptación visual que soportará el espectador; el tamaño concreto o aproximado; el texto de apoyo, la tipografía del mismo, y en general los materiales utilizados (soportes de papel, tela, madera...etc).

Todo debe ser (y acaba siendo) producto de la búsqueda y la reflexión en base a una determinada personalidad (la cual, a mayores, y por su sempiterno carácter en mayor o menor grado cambiante, obliga a continuas y nuevas pruebas de desarrollo del método, pues intentamos huir de cualquier posibilidad de un registro mecánico de los rasgos).

En el fondo, debe apreciarse el esfuerzo por reconstruir el conjunto (si es necesario –y lo es- , hacer revivir el pasado “a partir de una interpretación (lo más rica posible) sobre (cierto siempre en este lance) un material bastante escaso” ); un modo de comprobar la difusión entre las clases cada vez más amplias de la sociedad, y de romper por fin con aquel cuestionable asunto del retrato como género artístico, rescatando a la vez la idea de Luis Felipe, quien identificó con una galería de retratos la celebración –hacia 1850- de <todas las glorias de Francia> (ahora cada retrato como elaboración de un producto de la sensibilidad personal de cierto individuo “en un intento de humanizar y des-idealizar lo anterior e históricamente divinizado”).

Así pues, la intención de este proyecto casi exige que cada obra (dibujo, pintura, grabado...¿cómo separarlos?) se convierta en un medio para lograr algo; en la excusa idónea para conseguir que nos demos cuenta de que la conciencia del ser humano debería situarse por encima de cualquier sentimiento tribal que desde hace tiempo sentimos como olvidado, superado, cuando en realidad nunca hemos dejado de practicarlo.

Se busca el simposio (rescatando su original significado) y la expectación; la paciencia y el <saber ver> en el espectador; el confrontar “templos a personas” con las personas mismas.

Veamos; del proyecto inicial, frío y descolorido, más latente el espíritu mecanicista que en su evolución actual (revisión más humanizada), a la conclusión pictórica final (que no definitiva en modo alguno), existen una serie de saltos. Dichos saltos exigen un evidente esfuerzo (mayor o menor) por parte del espectador (como siempre sucede), el cual debe estar acostumbrado (o verse capacitado) a sortear por encima de las apariencias y evidencias, posibles signos en segundos planos. El proyecto sigue evolucionando entonces, adaptándose a las revisiones de la línea teórica a seguir, a medida que dichas revisiones instan a la introducción de nuevos elementos en los trabajos; de los primeros trabajos con básicamente dos elementos destacables (rostro y texto) a los últimos en mayor medida desarrollados; nueva simbología presentada para materializar y potenciar la idea escogida. De este modo podemos destacar varias obras como referentes en el desarrollo de este año (veamos ahora la larga serie de trabajos de 65x40 sobre madera, o los retratos realizados sobre papel 100x70 a los que se suman diversos soportes y diversos materiales ), pudiendo ser comprendidas todas y cada una de ellas como templos dedicados al ser humano, a su devoción como generalidad, deseando fervorosamente mi conciencia que al igual que las clásicas construcciones, se conviertan ellas en la reunión de todo lo bueno, noble y hermoso, alrededor de las cuales se reunirían un nutrido grupo de ciudadanos que habrían de disfrutar del placer de una vida ennoblecida por el arte y la cultura. La serie de pinturas (o tal vez dibujos) que se dan por finalizadas sólo quieren hablar, y explicar ellas mismas al espectador lo que transportan en su interior y que desean fervorosamente contar, al mismo tiempo que evitan hacerlo de manera evidente; tanto el texto como la simbología introducida (y el modo en que se introducen dichos elementos en cada una de las obras) deben ser descifradas; pero merece la pena, pues transmiten verdades, que incluso hirientes, caen como losas en nuestro entender.

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