martes, 3 de noviembre de 2009

::COMENTARIO SOBRE EL ESPACIO DE PARTENHEIMER::

Escrito con espíritu de ensayo relacionado con la obra de Jürgen Partenheimer “Al genio del lugar: el espacio de trabajo”



Juega Partenheimer en el desarrollo literario de sus ideas, con una “evidencia sutil” (podríamos denominar, a pesar de la patente diferencia de conceptos prácticamente inaplicables de este modo en cualquier otro contexto) que destaca por las (al menos) dos visiones que intenta y logra relacionar con el mundo del arte.

La primera de ellas y que inicialmente nos hace reflexionar, trata la obvia influencia del lugar (mal llamado lugar en no pocas ocasiones) que encierra y/o acoge al trabajo, determinando la interesante pero gastada idea de la intervención pasiva del entorno (creado éste consciente o inconscientemente) sobre el artista (metaforizando el desarrollo por medio y gracias a la experiencia la cual termina definiendo la personalidad vigente de todo individuo, concepto segundo que desarrolla el texto y que más adelante trataremos en su totalidad)

Así pues, está claro en principio que una de las conclusiones a las que llegamos, leyendo de forma no poco superficial el texto, es la de analizar la respuesta de todo individuo ante un entorno en particular, esto es: cómo se adaptaría a dicho entorno, o lo que es más posible, cómo adaptaría el entorno a su personalidad (entrando en escena de este modo el concepto de egocentrismo, inherente a todo ser humano como creador y sometedor)

Y dentro de esa adaptación y re-creación del entorno (configuración, según Partenheimer) en base al lugar (objeto), podría llegar a destacar el trasladar sus ideas al espacio habitual de aprendizaje, tomando al aprendiz como parte de un todo casi siempre disgregado, haciendo surgir un nuevo elemento dentro de la configuración que cada uno forma en su espacio, y es el concepto impuesto de comunidad frente a individuo.

Si bien es cierto que la influencia que comenta el texto es clara, la apreciación que realizo no es más que una de las múltiples puertas abiertas que posee la idea principal que desarrolla Partenheimer.

Sin embargo, la segunda visión semi-encubierta nos traduce una sincera opinión sobre el como hacer del artista, elaborando ideas como el desarrollo de una temática y metodología personal y acertada en base siempre a una también acertada reflexión, tomando el desarrollo artístico y el arte en si mismo como un primigenio pensamiento a partir del cual, y mediante la ayuda y complementación obligada de la práctica, se llegaría al resultado esperado e ideal. No se concibe la una sin la otra, sin su mutuo apoyo; la práctica sin su precedente estadío de reflexión. El interés que presupone y la importancia que Partenheimer concede a la experiencia, que al fin y al cabo es la principal influencia en aquella actitud que terminamos desarrollando; el lugar que modelamos, nuestro interior, y del cual debemos aprender a ver y conocer antes de acudir a su representación externa por medio de un determinado camino. El arte como camino, como fluido sobre el cual depositar aquello que nos ha formado y que por tanto nos define y determina.

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