jueves, 5 de noviembre de 2009

::ASÍ PIENSO ASÍ VIVO::

1-INTRODUCCIÓN: EL MARCO INCOMPARABLE DE LA LECTURA.

Desde que surge la escritura como definitivo y gran continente del perecedero pensamiento, nuestras pautas culturales evolutivas mantienen una progresión en constante e imparable aumento con respecto a su fuerza expresiva. Los conceptos reinventan conceptos, las palabras se multiplican y multiplican sus significados al mismo tiempo que se tergiversa el pasado. Grandes escritos son constantemente revisados e incluso se comprueban sin quererlo reescritos dando lugar a otras grandes obras; es la sociedad del comentario, la sociedad del concepto, la sociedad de la cita. Es la gran obra de la humanidad: El perfecto ejemplo de divinización de la palabra en sí misma, no como descripción del mundo sino como pura idea. Ya no queremos explicar donde vivimos sino qué significa lo que nosotros mismos hemos creado. Es entonces realmente difícil llegar a conocer el origen cuando no hacemos más que estudiar las copias de las copias de las copias que alguien tuvo a bien en enseñar. El verbo muta dios y el hombre mata al verbo de continuo.

Si vivo como pienso y la lectura me aporta sentimientos (Sensaciones - Conocimientos - Emociones - Asociaciones - Dispersiones - Conversiones - Reconversiones - Seducciones y Repulsiones -en fin, un largo etcétera-), vivo por y con la lectura; vivo en esos documentos. Así vivo como pienso:

2-DESARROLLO: LA FORMIDABLE MORADA DE LA LETRA.

Si se desea ferviente (febril – vehemente – ardiente – apasionada – ardorosa – fanática) y efusivamente la consecución del conocimiento máximo (con todas sus consecuencias), debe conocerse el pasado del que descendemos; sin ese entendimiento nunca será posible encontrarnos a nosotros mismos ni tan siquiera pensar con mínima libertad.

Planteo entonces el aislamiento carnal de carácter ermitaño (¿Por qué no?), hacia la espiritualidad; hacia el alimento del espíritu siguiendo un camino por veces esquivo y falso, y siempre incompleto; anhelo vivir rodeado de libros, lejos de distracciones corruptas que perviertan la búsqueda del conocimiento cultural. Anhelo vivir conmigo mismo y con nueve como yo, réplicas genéticamente exactas y perfectas que a partir de nuestro encierro adquiriremos por seguro caminos dispares en pro del mismo fin.

Los habitantes de esta morada (yo mismo multiplicado, quiero insistir) y su desarrollo sin duda constituirían un interesante experimento sociopsicológico que por seguro abriría nuevas vías en un territorio todavía virgen. La idea de Narcisos ávidos de conocimiento plantearía (a estudiosos e interesados) una elección de prioridades. Es posible, pero sólo posible, que tal situación terminase en desencadenar la locura de sus habitantes (de mi mismo) y el fin no fuese nunca alcanzado, o tal vez la conclusión tornase en consumación del acto de descubrir que la locura no es sino el original germen de la sabiduría.

3-CONSTRUCCIÓN / UBICACIÓN: LA ABSURDA TEATRALIDAD DE LO ESTÉTICO.

Si bien la ubicación de tal ou-topos no sería en absoluto significativo (pues lo que verdaderamente habría de trascender sería la nula posibilidad siquiera de contacto alguno con el exterior), la construcción de esta casa no se distanciaría demasiado de una morada convencional (¿Por qué de otro modo? No somos más que elementos más o menos inconexos de un tiempo y espacio determinados): Su función sería únicamente la de continente de continentes de cultura destinados a su estudio. Paredes repletas de estanterías repletas de libros repletos de conocimiento; un barroquismo placentero y plenamente consciente (no formal, mas intelectual), que a su vez visualmente tienta al lector ávido de poseer una a una cada musa literaria.

4-CONCLUSIÓN: EL PARCO UMBRAL DEL HÉROE.

Podríamos perder claridad de pensamiento y regenerar primarios instintos, y terminar por ver esto simplemente como una fisgona situación de laboratorio, en la que unos determinados especimenes exactamente idénticos, y bajo unas condiciones determinadas y constantes, (sólo interaccionando con ellos mismos -él mismo / yo mismo- y con los autores de los libros como receptores y conversadores indirectos -miembros del frugal banquete-), evolucionan hacia personalidades presumiblemente diferentes; Si es cierto que todos y cada uno de nosotros no somos más que la suma de aquello que leemos y observamos (sufrimos y vivimos, pensamos y sentimos), en este caso la práctica del conocimiento asimilado se niega por completo, dejando a resolver las situaciones de conversación por medio del análisis comparativo de diferentes pasados subjetivos.

Hay que tener en cuenta que la asimilación de conocimiento bajo estas condiciones carece de una funcionalidad práctica a posteriori, lo que, en situación extrema puede dar lugar a niveles de plena frustración (¿Inconsciente?). ¿Le encuentra sentido el músico a sus notas si nadie más que el puede escucharlas? ¿Es necesario aplicar o compartir el conocimiento para sentirlo como tal? ¿Se ha convertido ya la palabra “conocimiento” en un simple concepto? Realmente podríamos presuponer que ante la adversidad de lo desconocido, sólo el hombre, nuestra especie, construye un edificio conceptual bajo sus leyes, donde se encuentra más cómodo, anhelando tras poderosas pulsiones controlar lo que no comprende (sin querer admitir que prefiere una explicación cualquiera a la falta de explicación). ¿Y no es cierto que lo que nos mueve en este idilio no es más que la pregunta en sí misma? En realidad no queremos llegar a una respuesta, pues se acabaría la búsqueda; sería nuestra perdición. Si se consigue lo que se quiere, se acaba pereciendo.

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