domingo, 4 de octubre de 2009

::LA MAGNÍFICA ANÉCDOTA::

(O la perdurable historia del profesor Stripperlbautz)



Han pasado únicamente dos días desde que he llegado de los grandes montes del norte, y por desgracia mi mente no está tan lúcida como suele ser costumbre en ella. No acabo de entender a qué pudo ser debido, mas lamentablemente sospecho la incomparable y formidable razón; e inquieto, aprecio mi ansiedad por explicarla.

Todo ocurrió, como ya he dicho, hace un par de jornadas:

Casi al momento de mi llegada obtuve el premio por tantos meses de continuos esfuerzos buscando el origen de aquella extraña planta que había sido descubierta por cierto infeliz entomólogo y botánico a ratos libres procedente de un olvidado valle del sur de las colinas septentrionales; cada vez que pienso en cómo el desdichado Stripperlbautz (retorcido homosexual y convencido libertino por naturaleza, me permito añadir) descubrió la existencia de la ya conocida como STRIPPERLBAUTZ DEMENS COTILEDONEAM, me hecho a temblar por la terrible candidez del fútil destino. Los grandes descubrimientos deben ser para los grandes descubridores, debo afirmar… aunque no sea éste el momento más acertado para exponer tales pensamientos, pues deseo febrilmente y de una vez por todas narrar lo que me acaeció.

Cuando llegué a la ladera oriental del monte Fremegraemnes divisé casi al instante la pequeña cabaña (refugio invernal de multitud de malolientes cazadores) que habría de utilizar para mis estudios del entorno y sobre todo de la ya mencionada planta, al igual que 37 días antes había hecho el desviado Stripperlbautz. Llegar a la construcción semi-habitable (cabaña llega a comprobarse como ofrecer demasiadas concesiones al concepto de comodidad) ocupó la mayor parte del día de mi llegada, y ésta misma fue tan lenta y desesperadamente cansina que apenas dejaré espacio para describir cómo arribé a la estancia: nada más llegar caí dormido por el cansancio.

En la fecha siguiente y nada más despuntar el mediodía (disculpad mi rapidez descriptiva, pero temo que mi mente desaparezca tornadiza de un momento a otro), me levanté del apestoso camastro de pútrido algodón y al momento y con la ayuda de un instantáneo expreso, comencé a revisar las publicadas notas del amanerado pseudocientífico, en medio de una mezcla de nerviosismo y ansiedad (ambas en instante de inusitada ebullición, debo explicar como extraño en mi.>, para poder así dedicarme por completo a la búsqueda del raro espécimen vegetal que incluso el espacio de mis sueños saturaba. Sólo con la llegada de la media tarde advertí cual sería la ruta más adecuada, aquella con la que más probablemente alcanzaría serias probabilidades de encontrar el absorbente y verde motivo de mi denostada locura, por lo que simplemente con un par de latas de sardinas y algo de agua salí por la puerta del palacete para (aunque entonces no podía sospecharlo) no tardar demasiado en regresar.

Feneciendo la media tarde el sol ya casi había desaparecido por completo, y la luz que provocaba concluía en desvirtuar totalmente los colores de la flora que habitaba a mi alrededor; aún con la oposición de Apolo acerté a dar, ya sumido por aquel entonces en la húmeda noche forestal, con el único ejemplar superviviente a la absurda metodología biológica del maestro natural, el Prf. Stripperlbautz.

Sería esta mi primera jornada noctámbula.

Aquel espécimen se mantenía en perfectas condiciones, y he de añadir que ni siquiera el animal mas inteligente y de instintos más desarrollados habría encontrado un mejor refugio dadas las características del entorno: se encontraba protegida de los vientos del norte, cubierta por las grandes y recias hojas de los altos Brandemeros (todos conocemos los árboles que tantos cubículos de urbanitas adornan), a la vez que asimilaba la luz, inmensamente mejor aprovechada al reflectarse sobre las enérgicas piedras Milescarpas al lado de las cuales se situaba, capaces de deslumbrar a cualquier ente vivo.

Así pues, analizado el entorno y alcanzado mi objetivo, procedí según la siempre digna teoría nos indica.

Había terminado el amanecer (precioso y mesmerizante -no lo pongo en duda- aunque apenas pude apreciarlo) cuando, cansado y aturdido, y con un delicado brote de la STRIPPERLBAUTZ (¡¡AH!!... ¡Maldigo al sino!) DEMENS COTILEDONEAM en mis manos, un breve pero intenso estremecimiento recorrió mi oblicua espina dorsal obligándome a retorcerme violentamente durante un único cuando eterno segundo. Gracias al cielo no todos los músculos de mi cuerpo sufrieron la totalidad del gran espasmo, y mi mano derecha, aquella en la cual descansaba la frágil veta de mi futuro éxito, no apretó todo lo que habría podido apretar y apenas podía percibirse daño alguno...

…en la planta; pues de mi mano brotaba un pequeño y cuasi invisible hilo de roja savia.

¡Maldito cerdo hijo de la masturbación!... ¡En ninguno de sus pobres informes y desenfocadas imágenes de archivo aparecían siquiera indicios de posibles mecanismos de defensa de la tan ansiada lechuga!... Más tal error se lo perdono, pues ni yo mismo había llegado a apreciar las diminutas astillas después de toda una noche trabajando sobre la DEMENS... (teniendo en cuenta que en realidad no disponía de buena iluminación, los medios no eran los idóneos y cualquier científico serio hubiese también seriamente reconocido tal dificultad…)

Sin embargo nada me preocupaba (sumido ya en mi futura gloria) y me sentía pletórico al poder regresar de una vez al (por mí) denigrado refugio de madera, para empezar sin más dilación el estudio de la portentosa muestra durante todo el día y la noche siguientes. Bajé de la angosta cima y media jornada me costó llegar y asentarme de nuevo en aquel magnífico cubil; café, salchichas y cocaína… y unos libros e instrumentos al lado de mis excelentes notas; sólo eso necesitaba. Al día siguiente ya vendrían a recogerme.

Toda esa tarde la pasé enfrascado en mis hipótesis, tentativas, supuestos, conjeturas, comparativas, tanteos, teorías y pruebas varias, sin advertir apenas un ligero aumento de mi temperatura corporal que cuando con sorpresa detecté, achaqué a la inmensa emoción que me embargaba e intenté paliar con una nueva dosis de coca. Sobrevino a ello un progresivo dolor de cabeza ya comenzada la noche que de nuevo intenté vencer con las divinas partículas de pureza casi devota, hasta darme cuenta de que otros síntomas confluían en mi gastada figura; no tengo valor para describirlos en estas hojas (sospechando además ahora que escribo, a salvo en mi inaccesible y segura mansión de la ladera oriental del monte Fremegraemnes, que mi cuerpo será algún día descubierto por algún buitre del consejo científico que quiera robarme mis anotaciones; ¡Para todos desdicha e infierno! ¡Que no se acerquen un solo paso!...) y apenas alcanzo a moverme hacia la galería de mi palacio; a nadie veo que se mueva.

Temo perder la cabeza…

¡Se esconden!... lo se... ¡No!... ¡Espera, allí los veo, de pie impasibles mirándome sin pausa!... ¡Fuera, fuera! ¡Marchaos de aquí!... ¿No los veis?

Intento centrarme en la pasión de mi estudio; en el éxito que me espera; pero no puedo: ¡Allí están los hermanos Brandemeros, altos y delgados, gigantes que quieren lo que tengo!... ¡Ah...! ¡Qué me sucede...! ¡Por qué no puedo moverme...! ...maldito Str...







COMUNICADO OFICIAL A FECHA DEL 25 DEL 12 DEL AÑO 1898:

El Profesor ROLANDO STRIPPERLBAUTZ fue encontrado muerto en la cabaña de la ladera oriental del monte Fremegraemnes el día que su servidumbre tenía previsto recogerle, el 24 de Diciembre del presente año, tras haber pasado dos días de estudios sobre la planta que lleva su nombre y que es aclamada como el mayor hallazgo científico de las últimas décadas.

Su cadáver, descubierto en un estado grotesco y expuesto a severa autopsia, reveló unas ingentes cantidades de cocaína combinadas con una desconocida, por el momento, sustancia que nuestros científicos sin duda no tardarán en revelar. El funeral será esta misma tarde en el cementerio sur y está asegurada la presencia del doctor Freud, colega y amigo del desdichado al que días antes le había recetado cocaína como tratamiento a los fuertes dolores de cabeza, y cuyo papel en este terrible suceso está siendo estudiado por las autoridades.

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