martes, 27 de octubre de 2009

::DESPUÉS DE LA OBRA MAESTRA DESCONOCIDA::

Comentario con espíritu de ensayo escrito sobre “La obra maestra desconocida”, de Honoré de Balzac.

Parece que se adelanta en este libro la suprema importancia de la búsqueda de la esencia que en cada caso se desee representar, por medio de la técnica (1); que resulta imprescindible aquel tiempo (2) dedicado al estudio de la forma y del color para, con dichos conocimientos, conseguir representar la esencia de lo deseado. Observamos cómo el maestro Frenhofer (3) trabaja sobre la obra de Porbus apenas añadiendo ínfimos detalles (4). Con -o gracias a- dicha intervención no solo logra aportar vida a la representación sino que consigue que tanto Porbus como Pousin comprueben aquello que faltaba (5).

Y sin embargo, querría apreciar que no existe un único camino para lograr captar las esencias, tanto en cuanto que, a determinados niveles de las mismas, no interesa ya el detalle sino las grandes generalidades (6).

¿Merece la pena, de tal modo, guiar el conocimiento únicamente hacia la expresión de la técnica?; ¿Tal vez por ello cada vez menos artistas de encaminen, no ya hacia la pintura-pintura, sino a captar el éxtasis de la técnica? (7); ¿Es entonces –sin intención de aportar ningún carácter despectivo al respecto- simple cuestión de paciencia?; y de ser de este modo...¿Es la paciencia uno de los dones acerca de los cuales todo artista mueve sus deseos?

Son artistas maravillosos (o así se consideran) los que no necesitan el apoyo de la palabra en sus obras. Piensan haber evolucionado sin haber caído en la cuenta del nuevo giro que se podría aportar de no haberlo repudiado tan prontamente (8). Sin embargo, afirma Frenhofer que para ser un buen poeta no basta con conocer a fondo la sintaxis y no cometer errores en el lenguaje (9), lo que parece traducirse en no tener únicamente un solo don. La técnica, del mismo modo, no es suficiente. Cada cosa o persona parece exigirnos un determinado modo de representación, residiendo pues el misterio en saber o acertar a ver la verdad de tal o cual objeto o persona y no su sombra. ¿Cómo podríamos solucionar dicho problema? Como cualquier otro problema de cualquier tipo que se interponga en el camino de nuestra existencia: desvelando el rumor de los signos mediante el uso puro de la razón.

Realmente sí deseamos saber la verdad (verdades), sin más mediaciones ni restricciones de ningún tipo; sin veladuras conceptuales. Más existen distintos tipos y niveles de verdad, y cada una posee una forma de representación distinta.

La misión del arte, cierto, no es copiar la naturaleza, sino expresarla. Destaca la exaltación exacerbada que realiza Frenhofer a Porbus:-“No eres un vil copista, sino un poeta!”-chocando violentamente con la afirmación que había realizado con anterioridad acerca de la búsqueda de la verdad (¿La esencia?). La proclamación del rol de poeta incluye todo un mundo de postulados que aquí nos veríamos imposibilitados a exponer en su totalidad, pero sí apreciamos un delirio desesperanzador en el trasfondo de todo el escrito.

Como analogía con lo comentado, resaltaría que la captación de las distintas esencias es punto a lograr en la exposición de la serie de estudios o trabajos realizados esta temporada hasta el momento. Esencias distintas, no acumuladas como intento de atrapar el mundo y sus verdades, sino como curiosidad de aproximaciones de esencias distintas cercanas en el espacio. Algunos momentos son dominados por la geometría y otros por la poética. Por veces se intenta imponer el realismo, por otras la abstracción. Del mismo modo, parejas a dichas esencias circulan sus representaciones. He dejado de pintar las personas o las cosas para intentar pintar las ideas de esas mismas personas o cosas (10). En efecto acompañan a la esencia, sus parecidos en esta realidad, sus carcasas, el cuerpo (su concreta parte del mismo, el rostro), el presidio con el que identificamos a dichas personas. Si el cuerpo añade pústulas al alma (parte activa de la esencia) dichas costras bien podrían ser los cambios que son introducidos con respecto a su presencia física, pues poeta soy y no filósofo.

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(1)-Cuando hablemos de técnica en este documento, haremos referencia a niveles superiores de la misma, nunca al uso que de ella hacen los iniciados. La técnica como máxima expresión de la pintura, allí cuando una única (que no simple) pincelada marque un punto de inflexión importante en el resultado final de una determinada obra. Así pues, técnica en altas cotas de capacidad para aquellos que le concedan tal importancia.

(2)-¿Podría considerarse como tiempo perdido en cuanto al ejercicio de la práctica? Si tenemos en cuenta que para ganar tiempo, debemos perderlo con anterioridad, el aparente tiempo perdido queda sobremanera justificado. Y sin embargo, no hablamos en realidad de tiempo perdido en cuanto a conocimiento, pues todo enfrentamiento con lo ignoto produce resultados.

(3)-Aparente dios o titán de la pintura porque ve más alto y más lejos que los demás pintores, capacidad provocada por su deseo supremo de conocimiento que finalmente le hace ver o comprobar su propia caída en el inicio de la locura. Se aprecia su pertenencia real a la figura del poeta que, trabajando en un comienzo con la razón, cae en la negación de todo su entendimiento)

(4)-Aunque por seguro imprescindibles para captar la esencia, al parecer objetivo prioritario y enfermizo del anciano.

(5)-Más adelante contagia el anciano al joven cierto ansia por el método hacia la esencia como legado, habiendo perdido en realidad toda esperanza el maestro de lograrlo.

(6)-“A un cierto nivel de las esencias, lo que interesa no es ya la individualidad ni el detalle, sino las leyes, las grandes distancias y las grandes generalidades. El telescopio, no el microscopio.Gilles Deleuze, Proust y los signos, Ed. Anagrama.

(7)-A mi parecer de ningún modo debe anteponerse el estudio desmesurado de una técnica en detrimento del desarrollo de la razón. ¿Conlleva esto un acercamiento a la figura del filósofo? Por supuesto sí afirma la superioridad de la idea en sí misma. Mientras que la evolución en el conocimiento matérico fluye con la praxis, la real ocupación en mi trabajo tiene sus pilares en la razón.

(8)-Al parecer, gracias al desarrollo de la técnica los pintores no necesitan ya añadir explicación a sus obras (texto explicativo = currus venustus), pero comprendiendo este hecho, aprecio que tal vez por ello mismo debería haberse reafirmado dicho texto, o haber evolucionado su aplicación a la par que evolucionaba la técnica.

(9)-Extrañamente se acerca la figura del anciano en este punto, más a la filosofía que a la poesía. Invoca el saber (haber aprendido) ver la verdad de los objetos (cosas o personas) y no sus apariencias. Promulga entonces el uso de la razón como modo apropiado ante el intento de comprensión del mundo. Parece entonces una comunión del poeta y el filósofo aún sabiendo que ambos utilizan los mismos principios más de diferente forma. En la caída de Frenhofer él mismo sabe que todo lo que el pensaba en sí de filósofo no existía, resumiéndose en la destrucción. La destrucción de su obra y por extensión de su vida. “El poeta que quiso ser filósofo”.

(10)-Solo el rostro he mantenido como puente desde la apariencia a la verdad, punto o camino de unión necesario para hacer posible su comprensión. Por otra parte, todo elemento que forma parte de dicha esencia aparece atado por sus compañeros elementos hasta llegar a una conclusión pictórica en la cual el azar tiene el lugar que, junto a la persona representada que lo requiera, desee yo mismo proporcionarle.

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